Cuadernos de Estudios Gallegos 71 (137)
ISSN-L: 0210-847X, eISSN: 1988-8333
https://doi.org/10.3989/ceg.2024.137.13

Diego Piay y José Luis Naveiro, La huella romana en Catoira, de la Arqueología a la Historia, Santiago de Compostela, Andavira, 2023, 160 págs. ISBN: 978-84-126450-4-0.

 

Se trata, sin lugar a dudas, de un trabajo tremendamente inesperado pero objetivamente necesario. Dos arqueólogos con una trayectoria relevante ofrecen tanto a especialistas como a profanos en la materia una visión actualizada de un yacimiento capital para la Historia de Galicia, por cronología, por monumentalidad, por interés y un largo etcétera. El estilo es ágil y no se ocultan los razonamientos de los investigadores ni las fuentes de los mismos. De hecho, habrá quien eche en falta una mayor abundancia de notas, pero amén de la completa bibliografía no se hurta información al lector. Todo lo contrario. Hay un despliegue de recursos que apoyan la lectura: fotografías, planimetría y perfiles estratigráficos actualizados, reconstrucciones…

Excluyendo prefacio, introducción y conclusiones se ofrece un recorrido a través de seis completos capítulos: Fuentes Clásicas e Historiografía, Historia de la Investigación Arqueológica, El asentamiento prerromano, El comercio romano a través del Ulla, Ocupación galaico-romana y Catoira después de Roma. Pese a esta división los autores van planteando los datos hilando el relato de modo que cada capítulo es la continuación natural del anterior.

La Introducción ofrece un recorrido sistemático sobre las fuentes clásicas sobre la conquista romana del Noroeste. Esta introducción será de agradecer para un lector no especializado pero sirve también al fin preciso de permitir centrar la historiografía y debate sobre las Turris Augusti y su identificación o no con las Torres de Oeste desde Pomponio Mela, pasando por Molina, del Hoyo, Flórez, López Ferreiro, Schulten y así hasta los 70 del siglo XX. Enlaza esto con el capítulo siguiente dedicado a la historia de la arqueología en Catoira.

Este segundo capítulo resulta magnífico ya sólo por recuperar el yacimiento para la historiografía actual, no sólo para la gallega sino para los estudios clásicos que ven reivindicado un yacimiento notable. No sólo se recuperan y analizan datos de difícil localización –incluyendo un aparato gráfico inédito en buena medida- sino que se contextualizan en la trayectoria de la propia arqueología gallega. Aún pendiente de una síntesis general completa y libre de parcialidades por cronología, orientación o preferencias personales. El tratamiento del registro derivado de los trabajos de Chamoso, Balil… se hace desde una perspectiva objetiva, comprendiendo el contexto y limitaciones de esos investigadores sin los típicos prejuicios y quejas del arqueólogo actual. No se trata de rechazar el trabajo precedente sino de aprovecharlo. Es obvio que hay cosas criticables en nuestros predecesores pero, como mínimo, las críticas deben hacerse valorando el registro dejado y en este libro se aportan planos, fotografías (e. g. las intervenciones de Balil de 1973) y descripciones amplías de esas intervenciones a las que, además, se les da coherencia en el relato hasta llegar a las más recientes. Los problemas del yacimiento per se (alteración profunda durante el Medioevo, materiales en revuelto, estructuras con datación problemática…) subsisten pero se aporta una buena contextualización que permite agrupar y analizar las evidencias que se irán desgranando en los capítulos siguientes.

Del asentamiento prerromano no se puede dudar pese a los escasos materiales. Las evidencias se presentan con prudencia pero sin ambages, hay unos condicionantes claros y los contextos estratigráficos son más que problemáticos pero se aportan perfiles, fotos y dibujos del material por lo que no estamos ante conjeturas sin base sino frente a verdadero análisis. Puede señalarse que hay un gran esfuerzo de contextualización mediante la comparación con yacimientos castrexos como Neixón o Alobre, pero es que, además, se están refiriendo tipos cerámicos concretos. Hay que alabar que no se pretenda magnificar la evidencia prerromana o hacer comparaciones forzadas de lo que se tiene. En este capítulo los autores no dan pie a la exageración, por ejemplo, el tratamiento que se da al petroglifo de Oeste y su relación con el material de la Edad del Hierro se hace con bastante prudencia.

Igualmente, es de agradecer la inclusión en el relato de otras intervenciones arqueológicas significativas relacionadas con el contexto arqueológico general del río Ulla que se recogen e integran en el relato -como un capítulo por sí mismo-, enlazando el yacimiento prerromano con la inserción posterior del territorio en el mundo romano (e. g. Mercado dos Mouros). Aquí se introducen toda una serie de materiales derivados de exploraciones subacuáticas, hallazgos casuales de dragas… que anticipan lo que será el capítulo principal.

La mayor extensión del libro corresponde al asentamiento romano en Catoira. Se comienza declarando que, cito, “las dificultades crecen a la hora de identificar construcciones vinculadas con dicho período”, pese a ello se agrupan las evidencias: estructuras, cerámica en niveles de relleno o revuelto (con una cronología para los materiales cerámicos antiguos que abarca desde el S. I a. C. –tal vez un poco antes-, hasta el V d. C.) y epígrafes. Estos últimos serán objeto de un análisis específico relativamente extenso, se incluyen cuatro, dos interesantísimo testimonios de Oeste (a la Pietas y a los Lares Viales), uno de A Capela y otro de Aragunde. Se separan otros posibles hallazgos romanos de los que se tiene noticia por referencias escritas, aquí también se recogen algunos hallazgos medievales relevantes que podrían haberse agrupado en otro capítulo específico. Se dedica una particular atención a plantear la interpretación del asentamiento romano como un posible centro de redistribución, de enlace entre el comercio marítimo y el fluvial. Las evidencias esgrimidas son razonables y se acompañan también de una valoración de otros posibles usos del asentamiento, la visión de una villa con un posible possesor Honestus resulta endeble -pese a la toponimia local y la antroponimia romana conservada- como señalan los propios autores. Más complejo resulta afirmar o descartar la hipótesis de una mansio y es interesante señalar que el yacimiento se incardina en cuestiones aún en debate en la arqueología de la Gallaecia.

Sobre el capítulo dedicado la fase tardoantigüa del territorio de Catoira poco podemos criticar, el capítulo trae al frente una serie de datos de interés (caso de la ceca de CATORA), y presenta además el yacimiento de A Capela que fue objeto de una intervención arqueológica recientemente. En este caso, la exposición de datos aparenta no tener una relación directa con el yacimiento de Oeste hasta que se presenta varios enterramientos que podrían datarse, pese a lo problemático de hacer esto a partir de datos de excavaciones antiguas, entre el V-VIII d. C. algo en nuestra opinión bastante relevante. Aquí también se recogen a título comparativo algunos de los enterramientos de A Lanzada.

Aunque no sea rara la presencia de inhumaciones en contextos castrales con capilla –e. g. Rocha Forte en una cronología muy posterior- la tipología y la cronología temprana podrían cambiar mucho nuestra comprensión del yacimiento en los inicios del Medievo o incluso hacer que nos replanteemos la causa verdadera y los orígenes de la fortaleza medieval –como sucede también en la fortaleza de A Lanzada, donde también excavó Balil por cierto- descargando el tan sobado y manido recurso a los vikingos. Las fortificaciones medievales se asientan para organizar territorios amplios de un determinado modo y, en mi humilde opinión, lo que pone de relieve esta obra, y reiteran sus conclusiones, es precisamente la continuidad en el territorio de Catoira, del rol de Oeste como un asentamiento de una cierta importancia a lo largo del tiempo. Esto debió pesar a la hora de asentar una fortificación en la Edad Media.

Sin duda la principal crítica que se le puede hacer a la obra es precisamente la limitación cronológica, al quedarse a las puertas del Medievo los autores, que lo indican en el texto sin reservas, dejan al lector con ganas de más. El estilo narrativo de la obra y la honradez expositiva de los autores ayuda muchísimo a ello.

Aunque los objetivos de la obra queden sobradamente cumplidos tendremos que esperar, tal vez, a una segunda parte que revise la abundante documentación escrita y arqueológica desde la Alta Edad Media en adelante o que la comparé en esas cronologías con otras fortificaciones del período.